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La División de la Biblioteca de la Universidad de Cantabria (BUC) del Edificio Interfacultativo estrena cubierta tras la finalización de las obras llevadas a cabo este verano, con el fin de alterar lo menos posible el uso público del espacio.

Resultado de un concurso de ideas a través del Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, la obra fue adjudicada a la empresa Rotedama y se ha realizado siguiendo el proyecto de Eduardo Fernández-Abascal Teira y Floren Muruzábal Sitges.

La estructura original, construida en 1984, y tras 30 años de vida útil cumpliendo los requerimientos funcionales con los estándares de la época en que se construyó, en los últimos años, con el aumento de las exigencias constructivas y ambientales, y el deterioro de los materiales empleados, el lucernario había quedado obsoleto, con diversas patologías y problemas de funcionamiento.

Con un presupuesto de 435.625,12 euros, la reforma ha sido calificada por el vicerrector de Campus, Servicios y Sostenibilidad, Mario Mañana Canteli, como “muy importante”, tanto por el importe económico, “que ha supuesto un gran esfuerzo para la universidad, como por el impacto que tiene la propia biblioteca del Interfacultativo en la vida de nuestros estudiantes”, ha manifestado

Asimismo, Mañana ha aprovechado la ocasión para agradecer el esfuerzo que ha realizado el servicio de la biblioteca para acomodar su trabajo a la realización de la reforma y al Servicio de Infraestructuras, que “ha coordinado toda la obra para que los plazos de ejecución hayan sido lo más ajustados posible”, ha añadido.

José Luis Reñón Castellanos, jefe del Servicio de Infraestructuras de la Universidad de Cantabria, ha señalado que “tanto la cubierta traslúcida como los soportes metálicos, que tenían gran oxidación, provocaban graves problemas de aislamiento acústico, térmico, y filtraciones de humedad, entre otras cuestiones, lo que obligó a plantear una reforma completa del sistema de cubierta de este edificio”.

En este sentido, el arquitecto del estudio Fernández-Abascal&Muruzábal, Eduardo Fernández-Abascal Teira, ha afirmado que “el proyecto desarrollado resuelve esos problemas e intenta adelantarse para que no vuelvan a surgir”, inconvenientes que según Fernández-Abascal vienen dados “por la obsolescencia de los materiales, como el hierro y el metacrilato”, que se han sustituido por “aluminio y cristal, de mejor conservación y más duraderos”, ha asegurado.

“Aunque nos hubiera gustado respetar la idea inicial del proyecto del espacio abovedado, nos parecía que la solución más sencilla era mantener la luz cenital, pero sustituir la solución abovedada por otra que ha supuesto casi superponer un pabellón con la cubierta casi plana y que la luz sea reciba desde los parámetros verticales”, ha detallado el arquitecto.

La estructura se ejecutó en taller y se montó en obra en seco, a la manera de un mecano, facilitando la ejecución de los trabajos, las labores de desmontaje-montaje, disminuyendo de esta forma el plazo de construcción in situ y facilitando prácticamente la actividad continua de la biblioteca.

Para dar solución a estos inconvenientes, se contempló la supresión del vidrio del plano horizontal con una solución constructiva para la cubierta y las fachadas/muros cortina de aluminio y vidrio, que resuelven los problemas de aislamiento y mantenimiento.

El diseño planteado, con hojas practicables, motorizadas y alternadas, en los muros cortina, facilita a su vez la ventilación natural cruzada del espacio de la biblioteca así como las tareas de limpieza.