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El curso 'Personas con capacidades diferentes que envejecen: construyendo respuestas', ha arrancado en Laredo "bajo un formato taller muy práctico, con la idea de que profesionales del sector que trabajan con personas con discapacidad que se van haciendo mayores, y otros especialistas, busquemos respuestas", ha explicado Ana María Rodríguez Valcarce, directora médica del Hospital Santa Clotilde, y codirectora del mismo junto a Lourdes Bermejo, doctora en Ciencias de la Educación.

En principio, la directora apuntó que "a la sociedad en general le falta sensibilidad para quitar estereotipos y los profesionales debemos adquirir competencias nuevas" ante el envejecimiento y la mayor esperanza de vida de "personas con capacidades especiales".

"Se trata de trabajar de forma conjunta; hablamos de personas con enfermedades mentales, con discapacidad intelectual, con demencia, con daño cerebral adquirido", recordó Rodríguez Valcarce, "que tiene los problemas propios de su situación de base, a los que se van añadiendo los problemas del envejecimiento".

Rodríguez Valvcarce señaló que "cómo la medicina ha avanzado tanto, lo mismo que el resto de la población con otras patologías llegan a edades muy avanzadas, una persona con síndrome de down que antes tenía una esperanza de vida de treinta o cuarenta años, ahora la tiene de sesenta o setenta".

"Uno de los grandes problemas que surgen es que muchas de estas personas, por ejemplo, personas con discapacidad o con enfermedades mentales, que se suelen desarrollar muy pronto, están al cuidado de sus padres y el drama surge cuando estos se hacen mayores, fallece uno y entonces se preguntan qué va a pasar con sus hijos", afirmó la directora médica.

Rodríguez quiso incidir en el hecho de que cuando en el curso se abordan las enfermedades mentales, se refieren siempre a "enfermedades mentales crónicas que incapacitan; hay que recordar que hay muchas enfermedades mentales que se maneja ambulatoriamente, con pacientes plenamente integrados".

"Antes la persona con una esquizofrenia que necesitaba una institucionalización tenía una esperanza de vida más corta, ahora, en muchas ocasiones, nos encontramos con esquizofrenias de cuarenta o cincuenta años de evolución y al deterioro físico propio de la edad, al posible deterioro cognitivo degenerativo, se suma la propia esquizofrenia", apuntó.

De izquierda a derecha, Ana María Rodríguez, Raquel Gómez y Lourdes Bermejo.

Para la directora, las respuestas que los profesionales y la sociedad deben buscar "tienen que centrarse en ver qué habilidades debemos desarrollar los profesionales para prestar la mejor asistencia a esas personas, estén en el ámbito en el que estén, ya sea un ámbito clínico sanitario, un ámbito social o un ámbito de participación ciudadana más básica como el asociacionismo".

Por otra parte, en el curso se aborda el trato que se da a este tipo de personas "a las que habitualmente se infantiliza y debemos trabajar por el empoderamiento de las mismas". "Se suele usar un lenguaje infantil simplemente con la gente mayor que no trae una discapacidad de base y los profesionales trabajamos porque sean autónomos el mayor tiempo posible, porque tomen decisiones, porque estén implicados en sus procesos".

Sobre el papel de los familiares, cuidadores habituales o acompañantes, "éstos son los que pueden dar mucha información al profesional cuando éste no conoce al paciente".  "Además, la problemática añadida es que son cuidadores que envejecen, que no saben cuánto tiempo van a poder cuidar y que quieren dejar todo lo relacionado con la asistencia de su familiar resuelto".