Una dieta más saludable podría reducir nuestros impactos ambientales entre un 15% y un 60%
El margen de mejora en el caso de Cantabria se sitúa entre un 30 y un 40%, según un estudio en el que participan investigadores de la UC
El
grupo de investigación de Desarrollo de Procesos Químicos y Control de Contaminantes de la Universidad de Cantabria (UC) participa en el estudio liderado por los investigadores de la Cátedra UNESCO de Ciclo de Vida y Cambio Climático y del Grupo de Estudios Internacionales y Economía de la Universidad Pompeu Fabra, en el que se han evaluado los impactos ambientales asociados a las dietas promedio regional en España.
El estudio "Food affordadibility and nutritional values within the functional unit of a food LCA. An application on regional diets in Spain", publicado en la revista "Resources, Convervation and Recycling", ha evaluado los impactos ambientales a lo largo de toda la cadena de suministro de alimentos, utilizando la herramienta de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) y teniendo en cuenta criterios nutricionales y de dieta saludable, así como componentes socioeconómicos. Se trata, en definitiva, de un análisis multivariable que pretende facilitar la toma de decisiones y la propuesta de estrategias en relación a la adopción de dietas más sostenibles.
Los resultados confirman que una dieta basada en las pautas dietéticas saludables españolas, y específicamente en la dieta mediterránea, que recomienda un mayor consumo de frutas y verduras y una menor ingesta de carnes rojas y productos azucarados, podría reducir potencialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, la huella hídrica y el uso del suelo entre el 15% y un 60%.
Según explica Rubén Aldaco, miembro del grupo de investigación de la UC, "la hipótesis de partida es que una correcta gestión de la cadena de suministro de alimentos, desde la producción al consumo, puede contribuir en gran medida a paliar los impactos ambientales y socioeconómicos asociados". Hay que tener en cuenta que en torno a un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero están relacionadas de forma directa o indirecta con la producción y el consumo de alimentos, y que los sistemas de producción alimentario son intensivos en consumo de agua y uso del suelo. A todo esto debemos unir según recuerda Aldaco que, "paradójicamente, mientras una parte del planeta sufre hambrunas y malnutrición, la otra parte somos, por el momento, incapaces de frenar el despilfarro de alimentos".
Comparación entre regiones
La metodología desarrollada por la investigadora Laura Batlle de la cátedra UNESCO y que realiza su tesis doctoral en el Programa de Doctorado de Ingeniería Química, de la Energía y de los Procesos de la Universidad de Cantabria, ha sido aplicada para la comparación de dietas entre las diferentes regiones de España.
Los resultados confirman que una dieta basada en las pautas dietéticas saludables españolas, y específicamente en la dieta mediterránea, que recomienda un mayor consumo de frutas y verduras y una menor ingesta de carnes rojas y productos azucarados, podría reducir potencialmente las emisiones de gases de efecto invernadero, la huella hídrica y el uso del suelo entre el 15% y un 60%.
Además, la comparación regional ha demostrado cómo los diferentes patrones de alimentación entre regiones pueden conducir a resultados ambientales muy diferentes y, en particular, a un gradiente interesante del norte al sur de España. En este sentido, en el caso de concreto de Cantabria, el margen de mejora se sitúa entre un 30 y un 40%.
En general, los resultados del estudio han resaltado la importancia de considerar las dimensiones nutricional y socioeconómica al evaluar los impactos ambientales asociados con el consumo de alimentos aplicando el pensamiento de ciclo de vida. Las conclusiones obtenidas refrendan la idea de que una dieta más saludable podría reducir nuestros impactos ambientales.
Rubén Aldaco destaca que "el trabajo se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por Naciones Unidas, entre los que se encuentra poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición; potenciar la producción y el consumo responsable; así como favorecer acciones por el clima y garantizar la disponibilidad del agua y su gestión sostenible".
