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Cualquier estrategia de enseñanza on-line requiere esfuerzos importantes de las dos partes afectadas, tanto profesorado como estudiantes, porque “no debería ser una mera traslación de materiales y recursos al medio digital, sino un proceso fruto de un análisis profundo del que en este caso hemos tenido que prescindir o realizar de modo muy simplificado, dada la rapidez con la que se han sucedido los acontecimientos”.

Quien emite esta opinión es Elena Álvarez, profesora del Departamento de Matemática Aplicada y Ciencias de la Computación y directora de área de Ordenación Académica de la Universidad de Cantabria. En su doble papel de docente y gestora, entiende que otra cuestión clave es el papel del estudiante, que considera “vital”. “Tiene que adquirir un rol más comprometido y ser muy disciplinado para organizar convenientemente su tiempo de estudio”, afirma Álvarez.

La profesora, que imparte las asignaturas de Cálculo I y Cálculo II del Grado de Ingeniería Mecánica, sigue adaptándose a la situación integrando, a medida que van pasando los días de confinamiento, nuevas formas de implicar al estudiante y facilitar su aprendizaje. En la estación base ubicada en Moodle, plataforma que ya se utilizaba como apoyo a las clases presenciales, Álvarez pone a disposición de sus alumnos un cronograma de actividades, resultados a alcanzar, materiales, tareas… Como herramientas de comunicación, utiliza foros, correo electrónico, videoconferencias y espacios compartidos en la web.

Para buena parte del PDI de la Universidad de Cantabria, el camino hacia la formación a distancia se había empezado a recorrer. “En los últimos años he trabajado en la elaboración de contenidos digitales e interactivos, que ayudan mucho en la visualización de conceptos matemáticos, y también en la parte de evaluación, con ejercicios, test… con resolución guiada, que ofrece a los estudiantes una retroalimentación inmediata”, explica Elena Álvarez. Concebido como un complemento a la presencialidad, todo este material ha tenido que ser acompañado además con vídeos cortos y documentación más completa.

Experiencias y aprendizajes

La profesora se planteó como objetivo principal lograr que los alumnos no se descolgaran de las asignaturas. Tras unos primeros días en que su respuesta fue escasa, consiguió un cambio radical de actitud programando tareas entregables, que aumentaron el número de consultas y uso de la plataforma. El trabajo con documentos compartidos y las videoconferencias hicieron el resto para favorecer la interacción, y además “ha habido estudiantes que se han incorporado a la materia sin haber participado antes en actividades durante el periodo presencial”. También ha podido evaluar su opinión sobre la carga de trabajo de cada sesión, recogiendo sugerencias de mejora muy útiles.

“La tecnología no deja de ser nada más que una herramienta; lo importante es ponerla al servicio de propuestas con un sentido plenamente educativo”, reflexiona Elena Álvarez. “Cómo, cuándo y para qué usarla es decisión del profesor y en ella influyen muchos factores: su formación y experiencia en docencia virtual, peculiaridades de la materia, características de los estudiantes...”. En su opinión, hay retos claros para el PDI: “además de experto en la materia, el docente debe aspirar a ser competente en la tecnología que utiliza, adaptar el conocimiento al nuevo escenario virtual, manejar los tiempos, fomentar la participación y ofrecer la mayor retroalimentación posible”.

Oportunidades

Un escenario lleno de retos y también de posibilidades. Según Álvarez, “la docencia a distancia puede darse en cualquier lugar y en cualquier momento, lo que hace viable compatibilizar estudios con otras obligaciones”. Además, “permite adaptarse a los distintos ritmos de aprendizaje, consiguiendo que sea más personalizada” y capta la atención del estudiante por su variedad de formatos, elementos interactivos, simulaciones, etc.

La profesora y directora de área cree que esta situación “nos está haciendo conscientes de la dificultad que tiene impartir docencia a distancia de calidad, pero también de las ventajas” y “puede servir para acelerar adaptaciones curriculares que la sociedad nos reclama desde hace tiempo”. “Aprenderemos a aprovechar las clases presenciales en actividades para las que realmente el docente sea irreemplazable, y a apreciar estos recursos, el contacto directo”, opina Elena Álvarez.

Desde un punto de vista más institucional, considera que “servirá para organizar, estructurar y planificar una oferta formativa más completa en la que puedan convivir las dos modalidades, tanto de forma aislada como combinada”.