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Abstract: Con la introducción en 1953 de la circulación extracorpórea (CEC) se inició la historia de la cirugía cardíaca abierta, y las lesiones regurgitantes valvulares pudieron ser tratadas. En 1965 Kay diseñó una estrategia novedosa para reparar la insuficiencia tricúspide (IT), pero no fue realmente hasta 1972 cuando de Vega describió su técnica de anuloplastia, definiéndola como selectiva, regulable y permanente. Por esta misma época, Carpentier inventó el anillo que lleva su nombre, y probablemente todo parecía indicar que al menos la enfermedad adquirida de la válvula tricúspide (VT) estaba en camino de ser quirúrgicamente resuelta. En este medio siglo, y después de múltiples autoplastias de sutura y múltiples anillos, completos, incompletos, rígidos, flexibles e incluso tridimensionales, puede parecer que aquel entusiasmo se ha desvanecido. Es posible que ni el exceso de certeza inicial ni la desconfianza de la actualidad sean unas actitudes lógicas, porque probablemente la incógnita pueda despejarse aplicando la teoría de las manzanas y las peras.
Autoría: Bernal J.M., Herreros J.,
Fuente: Cirugia Cardiovascular, 2012, 19(4), 367-371
Editorial: Elsevier
Año de publicación: 2012
Nº de páginas: 5
Tipo de publicación: Artículo de Revista
DOI: 10.1016/S1134-0096(12)70019-0
ISSN: 1134-0096
Url de la publicación: https://doi.org/10.1016/S1134-0096(12)70019-0
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JOSE MANUEL BERNAL MARCO
HERRERO, JESÚS
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