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22 JULIO 2022
Cursos de Verano

Guillermo Martínez: “El cine se convirtió en una especie de manual de divulgación histórica”

El director del Aula del séptimo arte de la Universidad de Cantabria cerrará el 26 de julio el ciclo de conferencias en la sede de Camargo, a las 19.00 horas

Las relaciones entre la Historia y el cine se remontan a los primeros tiempos del arte cinematográfico. Las razones para esa temprana y fecunda relación son similares a las que produjeron el auge de la novela histórica en el siglo XIX durante el Romanticismo. La naturaleza del cine como espectáculo hizo que los cineastas buscaran escenarios exóticos y alejados en el tiempo como una forma más de atraer a los espectadores a las salas de exhibición mientras que por otro lado, la realización de argumentos que transcurren en escenarios remotos permite a los guionistas y directores plantear reflexiones filosóficas e incluso morales relacionadas con el momento en el que están viviendo pero que al estar situadas dentro de escenarios históricos adquieren un aire más ejemplarizante y universal.

También hay que tener en cuenta que el interés del cine por la Historia se enmarca dentro de un proceso de popularización de la Historia cuyo consumo deja de ser exclusivo de las clases intelectuales para pasar a ser privilegio de las clases obreras y populares. A este respecto, no hay que olvidar que muchas de las primeras películas intentan reflejar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Sobre esta temática, Guillermo Martínez, director del Aula de Cine de la Universidad de Cantabria, cerrará este martes 26 de julio el ciclo de conferencias de los Cursos de Verano de la UC en la sede de Camargo, a las 19.00 horas, con su disertación titulada 'La historia y el cine ¿unas amistades peligrosas?' que tendrá lugar en el cine del Centro Cultural La Vidriera en Maliaño.

-¿El interés del cine por la historia se remonta a los comienzos del séptimo arte?

-Desde sus orígenes, el cine ha tenido a la Historia como una de sus principales abastecedoras de temas. George Méliès rueda una película sobre la Roma de Nerón en 1898, y en los años sucesivos encontramos acercamientos a personajes como Jesucristo, Juana de Arco o Cleopatra. Por otra parte, Cabiria (Pastrone) o Los últimos días de Pompeya (Caserini y Rudolfi) diseñaron un modelo de cine histórico dominante durante décadas, que tuvo su reflejo en el primer Hollywood (entre 1915 y 1916, David W. Griffith filma las influyentes El nacimiento de una nación e Intolerancia).

-¿Cuánto aportó el cine en el proceso de popularización de la historia?

-Con el transcurso de los años, el cine se convirtió en una especie de manual de divulgación histórica, centrando sus focos en el exotismo del pasado, aprovechando componentes «colosalistas» (grandes decorados -naturales o de cartónpiedra-, vestuario fastuoso, masas de extras, etc.), para alcanzar un indudable éxito popular.

-¿El cine ayuda a conocer la historia o la trivializa?

-El cine histórico se ha sustentado a menudo en un exotismo espaciotemporal, una concepción particular de la Historia puesta al servicio de la distracción. O sea, ésta no ocuparía por sí misma el centro del argumento; sería más bien el telón de fondo en el que se inscribiría un relato que privilegia determinados momentos de la trama, considerados como momentos especialmente dramáticos (lo relevante sería, entonces, la intensidad de ese instante atrapado en el discurrir de la Historia).

-¿Cuál es el valor histórico del cine?

-El cine es uno de los medios de expresión artística más importantes de nuestro tiempo. En poco más de un siglo se ha convertido en un poderosísimo instrumento de comunicación social, ha revolucionado el lenguaje audiovisual y ha alcanzado una incuestionable legitimación cultural. Al mismo tiempo supone un espejo de las sociedades de las que surge y a las que se dirige. Se ha transformado en una especie de "máquina del tiempo", al retratar a generaciones de individuos en circunstancias muy diversas. Me atrevería a decir que el cine se ha convertido en un documento social no deliberado de una forma de vida y de una época, de un siglo entero de conquistas y retrocesos, de avances no exentos de fuertes contradicciones.

-¿Y el valor didáctico de las películas de género histórico?

-El cine, que nació a finales del siglo XIX como una forma de entretenimiento (una barraca de feria, un juego recreativo), con el tiempo ha logrado trascender este aspecto lúdico para transformarse en uno de los principales agentes de la cultura y la educación. En este sentido, el cine se ha revelado como un espacio formativo y como un medio que contribuye a transmitir valores culturales, sociales y educativos. Ha enriquecido el conocimiento humano en múltiples aspectos: en lo artístico, originando el Séptimo arte, pero también en lo económico, lo social, lo comercial, lo moral, lo histórico y lo pedagógico. El educador/a es el que ha de ser capaz de ver una película como un recurso didáctico, como un instrumento al servicio de la enseñanza.

-¿Cuál es el valor del cine como documento histórico?

-Durante mucho tiempo, las obras cinematográficas no han sido valoradas por los historiadores como una fuente para el conocimiento histórico, por su alejamiento de la realidad y sometimiento a intereses extra-históricos. Pero esta postura ya no se sostiene y las películas nos pueden servir para entender la evolución del mundo a lo largo de los últimos 125 años.

-¿Y como fuentes auxiliares para la investigación histórica?

-El cine es una fuente instrumental de la ciencia histórica, ya que refleja los hechos y las mentalidades de nuestra época. En palabras de Joris Ivens, el cine pone al descubierto las «verdades profundas» de la colectividad. Por ello, constituye para el historiador una fuente de información primaria indispensable hoy en día.






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