Abstract: Como una reunión simbólica de conciencia, toda gran obra de arte es un apocalipsis silencioso que, con sus significativas impresiones o interacciones, puede llegar a transformar la estructura social. Transfigurando el mundo mediante sus espacios de representación, es capaz de adquirir una capacidad profética que denuncia situaciones a fin de, como en el caso específico aquí ofrecido, reestablecer el equilibrio de los ecosistemas degradados por la huella que el ser humano ha impreso sobre ellos. Esta misma impronta antropocénica, auspiciada por la idea de progreso que confiere la utopía del crecimiento ilimitado propuesta por el sistema capitalista, paradójicamente podría llevar al ser humano a asistir al fin de su propia especie. Por esta razón, parte del arte contemporáneo lleva tiempo sumamente preocupado en concienciar a la sociedad y, así, frenar la llegada de un catastrófico escenario futuro. Debido a la urgencia de esta acuciante situación, se abordan diversas denuncias establecidas en las prácticas artísticas para cambiar la actitud de sus espectadores. Para ello, se proponen aquí dos vertientes: la de obras que muestran escenarios distópicos y la de otras más activistas que tratan de atajar la situación desde entornos concretos.
Fuente: Arte y políticas de identidad, 2020, 23, 230-246
Editorial: Universidad de Murcia
Fecha de publicación: 30/12/2020
Nº de páginas: 17
Tipo de publicación: Artículo de Revista
DOI: doi.org/10.6018/reapi.461751
ISSN: 1889-979X,1989-8452